La sociedad latinoamericana nos “envía”mensajes de que ser mujer es servir a los hombres y estar hermosas para ellos; que si un hombre te engaña es por culpa de las mujeres que lo tientan; que si te abusaron o te violaron es porque tú los provocaste; que tus hermanos varones son más valiosos y que tú los tienes que atender; que la mujer tiene que sacrificar sus deseos individuales en favor de su marido y sus metas en la vida; que no es falta de respeto hacer chistes obscenos contra nosotras; que tus obligaciones son la casa y los niños, que esas no son obligaciones de tu marido.
Todo esto es falso y el matrimonio no es una excusa para que la mujer se deje manipular o atropellar con semejante abuso psicológico. Por estas “razones” muchas mujeres sufren increíblemente de baja autoestima y de un sentimiento profundo de no merecer ser ellas mismas y ni pensar en serlo.
La situación se agrava cuando la mujer se autocritica sin piedad y comienza a criticar a las demás desde su infelicidad.
En lugar de afrontar el problema encarando la situación, le damos la espalda y la emprendemos contra otras mujeres. ¿Cómo rompemos el círculo vicioso?
Simple. Como somos las que parimos a nuestros hijos varones y malcriamos a esos niños, la conclusión es que si las mujeres cambiamos nuestras ideas y aumentamos nuestra autoestima y lealtad entre féminas, cambiaremos la enorme disparidad que existe en el mundo, en donde los hombres son más privilegiados que las mujeres.
Para empezar debemos trabajar inculcándole a nuestros hijos varones el respeto por las mujeres. Eso es básico para que ese niño, que después se hará hombre, recuerde las enseñanzas maternas y no atropelle con estupideces y canalladas a las mujeres con las que se relacione.
Lo siguiente es más personal. Las mujeres debemos darnos cuenta que no necesitamos de nadie para salir adelante.
Especialmente de aquellos que no quieren estar con nosotras. Si amamos nuestra persona, nos respetamos. Y eso es importante para afrontar las situaciones difíciles de esta vida.
